lunes, 29 de junio de 2009

enmendando un error


GRACIAS CHUUUUU!!!!!!!!!!!!!!!! jajajaja gracias por leerme a pesar de que no tenes blog, gracias por escucharme siempre a pesar de que ya te debo tener podrida con mis vueltas mentales, jajajaja, gracias por estar.
Gracias amigaaaa!!! te quiero!!!

E.

domingo, 28 de junio de 2009

It happen anyway

I'm falling in love with someone that I'm not sure will love me back.
In the beginning I was just having fun, and so was he, therefor WE were in the right tracks. But the time passed and we're still together after almost four months, and our "relationship" has evolved into something more than just fun... Or at least I think so.
The thing is, as long as we were just having fun, I wasn't going to let myself feel something more for him, because it would have been pointless. Yeah, I know, you can't control what you feel and for whom... but I had to try, didn't I? I mean, if you know you can get hurt, you have to do your best to avoid it, even if is impossible. So there I was, doing my best to just have fun and not read too much into any little thing that he may say or do, and I was actually doing fine because, if there's something more frightening for me than falling for the wrong guy, is falling because I just want to fall. Meaning, he is not the kind of guy that I would usually fell for so, if I did, it might have something more to do with me needing to be in love with someone... anyone. And that's just pathetic.
So, like I said, everything was going fine, mainly because I always felt like he wasn't completely open with me, like he was guarding his heart against pain too, and that’s something I can understand. But it all change one night when we had "a talk", and he confided in me some of the things why he couldn’t get involved at the moment and why he felt so good with me and with what we had; you know... no commitment. Amazingly enough, that did it for me -and I think a little bit for him too- and I really started to fall in love with him after that.
I was supposed to close my heart completely, shut the door to the feelings that I knew were there waiting to come out. And yet... we both started to talk more sweetely than ever to each other, things that we had only hinted before, now we where telling them openly (like: my love, I miss you, I need you... even a very few whispered, kind of shamefully or kiddingly, I love you...). So, for me, there was a change inside that I could no longer ignore: I fell in love.
And yet, I'm still a bit scared that he doesn't feel the same way because I know is hard for him. But I’m most afraid of the fact that I still think he's not the kind of guy I would love... So, what if I'm just projecting what I want to happen? Worst, what if we're both doing it? Is that kind of felling meant to last? Does it have a real foundation? What will happen when we finally open our hearts and minds and decide to take the chance to love each other? Will we be capable of it?
On the other hand, he might not ever decide to openly love me –if he loves me-, which puts me in the exact position I was trying to avoid in the first place, but there's really nothing I can do about it now, can I? Right or wrong, for whatever reason or without any, I'm in love with him.

martes, 23 de junio de 2009

Agradecimiento


Hola!! Este post es para agradecer a mi 8 hermosos lectores: Anabel Botella, Manu Pineda, Luciana, Fernando Pinchentti, Lizzy, Marianux, Maddie Carter Cullen y Lucia Serrano; a quienes aprecio de verdad por tomarse el tiempo de leer las cosas que escribo. Se que parece una exageración, es decir 8 no son 80, pero es como si lo fueran para mi. No me considero una gran escritora, no proveo ningún servicio con mi blog como ser noticias del espectaculo o de libros, reseñas, opiniones o descargas de ninguna clase, y sin embargo ustedes han decidido leerme... Y además, en los últimos 15 días se duplicó, y más, la cantidad de seguidores que tuve en los últimos 6 meses, desde que abrí el blog!! Diganmé si no es para celebrarlo!! jajajaja

Y bueno, a todos, simplemente gracias!!!

E. "Sofía"

lunes, 22 de junio de 2009

El viaje (Fotos!!)

Primer día, al escalar la "montaña":





"Los Túneles"













miércoles, 17 de junio de 2009

El viaje (parte 5)

Lunes – Último día

Ayer me agarró la melancolía porque se acababan mis vacaciones. No es que Carlos Paz haya sido el mejor lugar que conocí en mi vida ni que la haya pasado mejor que en ningún otro lado, pero lo cierto es que descansé, escribí, leí, paseé, conocí y chivié muchísimo y no quiero que se termine. El tener que volver y enfrentarme al estudio, a buscar un nuevo trabajo, incluso a estar rodeada de gente todo el tiempo -o sea: volver a la realidad-, implica dejar esta paz que encontré, esta completa innecesidad de pensar, de analizar, de maniobrar todo lo que va pasando a mi alrededor.
Quizás se deba a haber pasado tanto tiempo sola que, aunque al principio me resultaba incómodo, al final terminó gustándome. O quizás sea por aquel maravilloso lugar a las puertas del cielo donde casi me pongo a llorar con solo verlo; o a aquel muchacho de la capital cordobesa -vestido con pantalón y saco de vestir azul, pero desalineado y con una mochila al hombro- que me tomó por lugareña y me pidió direcciones... y que terminó compartiendo conmigo una mesa en la vereda de un bar y una gaseosa a las 4 de la tarde de un caluroso domingo, mientras esperaba encontrarse con sus compañeros de viaje. Quizás sea el hecho de que no lo volví ni lo voy a volver a ver, el hecho de que una hora y media hablando resultó ser muy poco tiempo y que saber únicamente que se llamaba Manuel no me alcanzó para guardarlo en el cajón de las fantasías hechas realidad.
O tal vez sea que me sigo olvidando que ese tipo de fantasías no se vuelven realidad, y menos a mí. Pero está bien, todavía sueño despierta con que me lo cruzo en la calle una vez más antes de irme (y me voy en 5 horas) y si eso no sirve más que para hacer que mi imaginación vuele y de pronto me vea paseando con él por la ladera de la montaña y encontremos ese hotel en el que me alojé hace 13 años (a pesar de que no lo encontré en toda la semana), pues bien, no importa. Que sirva solo para eso y que ayude a enriquecer mi escritura, para poder así inventar una historia de la que me sienta orgullosa.
En fin, es mi último día y me alegro de poder llevarme conmigo estas experiencias, estos sueños y todas esas horas de paz junto al lago, caminando, en la montaña y en todas partes. La experiencia de haber estado sola y hacer todo por y para mi, de haber dedicado mi tiempo a mis necesidades me da una recompensa aún mayor a la que obtuve por las vacaciones en si: ahora se que mi próximo objetivo es mi independencia.

lunes, 15 de junio de 2009

El viaje (parte 4)

Sábado – Recuento

¡Me tomé a pecho lo de no escribir más! Jajaja. En realidad escribí y leí bastante en estos días, pero no me puse a describir mi estancia en Villa Carlos Paz... ni sus alrededores. Así que ahora voy a contar sobre la otra excursión que hice ayer.

Excursión 2: La Cumbrecita
Salimos a las 8 de la matina, me pasaron a buscar y... no era mi guía de los sueños. Era un viejo con cara de boludo que resultó ser lo más aburrido que existe a la hora de interesar a la gente en el tour que están haciendo.
Empezó por hablar de las rutas que íbamos a recorrer. Si, si, leyeron bien: rutas. Primero la 45, luego la 5, después la 23, blablabla... Ya me dormía y todavía no había salido de Carlos Paz.
Debo aclarar que más allá del guía pedorro, la excursión en sí no me produjo ni por asomo la misma carga o cantidad de emociones que me dio la anterior. Hubo lugares muy lindos, momentos espectaculares, pero no fue lo mismo. Aunque si gasté tres veces más guita que la vez anterior... y eso que la comida fue barata... mmmm.....
En fin, paseamos por toooooooooooodo el cordón de las Sierras Chicas (ese era el nombre correcto, jeje) hacia el sur de la provincia. Primero paramos en Alta Gracia, pueblo donde vivió el Che Guevara en su niñez, por lo que una de sus casas es ahora un museo. También vimos la Iglesia del año del soto y el museo de Liniers (aunque no entramos). Recuerdo vagamente que el guía mencionó a varias personalidades que vivieron en ese pueblo, pero no se quienes eran.
Y de ahí hicimos el resto del viaje pasando por pueblos que se armaron en las sierras, unos más lindos, otros más históricos... No fue de gran interés para mi, como podrán notar en las fotos que saqué, ya que son todos paisajes y ninguna ciudad. Por alguna razón, la vida y obra humana me importa menos que la naturaleza.
Lo que si me gustó, y eso que fue creado por el hombre, fue el lago Los Molinos. Un lago artificial gigantesco, creado en las uniones de varias montañas que hacían una concavidad perfecta para eso. Hicieron un dique para evitar que el agua que se juntaba naturalmente ahí se desparramara y ahí quedó. Del otro lado del dique está todo seco a esta altura del año porque en invierno no llueve en Córdoba y todavía no empezó la etapa de lluvias, por lo cual pude ver la unión en zigzag de las montañas de al lado... buenísimo. Además, el camino para llegar al dique y al mirador, el mismo camino que bordea todo el lago, era una gran curva hecha de curvas más pequeñas, cerradas y constantes... Súper lindo para chocar contra una pared de piedra de la montaña si venís muy rápido, o que te tiren al lago si alguno hace una mala maniobra.
Finalmente, después de viajar por lo que parecieron días, llegamos a La Cumbrecita.
Pero no sin que antes casi nos chocaran... 2 veces. De todas maneras, es un lugar precioso, de ensueño casi, y donde, si no hubiera tanto turismo, definitivamente me gustaría vivir.
Ahí se me acabó la memoria de la cámara así que tuve que borrar un par de filmaciones tontas que había hecho en los primeros días del viaje para poder recuperar algo de espacio para fotos. Comí ahí, en una especie de cabaña en el medio de un bosque, y después fuimos a Villa General Belgrano: casa de la cerveza, el Oktoberfest, las colonias alemanas, suizas, y de por aquellos lados, y también de los nazis que se refugiaron ahí después de la guerra.
Una ciudad muy estricta en cuanto a normas de construcción (todo debe tener techo a dos aguas, de tejas y estilo cabaña) y propaganda (los carteles de todos los negocios, sin importar rubro o ubicación, deben ser de madera, tallados y pintados). Por supuesto, éstas regulaciones hacen que la ciudad tenga una identidad propia y bien definida, además de que queda todo muy lindo. No tomé cerveza porque no soy cervecera, pero además porque era carísima y ya había gastado lo suficiente por un día. Pero si paseé y disfruté sacando algunas fotos.
Llegué de vuelta al hotel a las 8 de la noche y estaba hecha pelota, pero la pasé bien y me alegro de haber hecho esas excursiones porque quién sabe si tendré la oportunidad de volver a ver esos lugares alguna vez.

sábado, 13 de junio de 2009

El viaje (parte 3)

Miércoles – El Hotel

Me duele la mano de tanto escribir (ayer me venció el sueño y tuve que terminar hoy).
Es la 1 de la tarde, está nublado pero no feo. Me levanté hace un rato así que desayuné tarde. El hotel está bastante desierto ya que recién empieza la temporada y, como el personal de cocina no empieza hasta dentro de un par de semanas, los pocos huéspedes que estamos tenemos las instalaciones a nuestra disposición. Me preparé un café (esta vez me acordé de lavar la taza antes de usarla) y me vine a sentar al patio, a una de las mesas cerca de la pileta, pero el día no acompañó mi buen humor. Terminé de escribir lo que me faltaba de la excursión y ahora no se que hacer.
Me parece que voy a dejar la lapicera de lado, voy a agarrar las empanadas que tengo en la heladera, uno de los libros que me traje, preparar la mochila y me voy a ir a buscar una plaza o alguna parte con sombra en el lago (o riacho, lo que sea), y así pasar la tarde leyendo.
Por hoy ya escribí demasiado.

jueves, 11 de junio de 2009

El viaje (parte 2)

Martes - Excursión a Los Túneles

6 am. Muuuuuucho sueño. Maldito despertador: te odio.
Me levanto y me preparo para estar todo el día junto a un contingente de PAMI que me acompañará en la excursión. Preparo mi café; me lo tomo aunque tenga una consistencia aceitosa, ya que no lavé la taza antes de usarla y vaya a saber que tenía; voy y vuelvo 20 veces a la habitación porque me olvidaba de algo...
A las 7 am me pasan a buscar: si no eran todos de PAMI, a algunos los sacaron de los Locos Adams. El único potable es el chofer, y sigue estando fuera de mi target: cuarentón (sino cincuentón, pero prefiero creer que no), simpatía al 100% (claro, es su trabajo), 1,85 mts -fácil-, flaco, pelo claro (rubio o canas? No lo quise mirar demasiado) con rulitos cortos (ok, lo miré, pero no me acuerdo el color de pelo exacto), y unos ojazos verdes agua que me hacían poner colorada cada vez que giraba la cabeza para mi lado... Ah, si, porque me tocó el asiento del acompañante. Para colmo, el acento cordobés… ayayayayay, madre santa! jajajajaja.
Ok, volviendo a la excursión, al principio aburrida, como todas, ya que teníamos que salir de Carlos Paz antes de empezar a ver algo. En cuanto el guía (Omar-Pancho... see, nada que ver, pero así es) empezó a hacer su trabajo, yo empecé a sacar fotos por la ventanilla.
No puedo explicar todo lo que vi porque sería imposible de poner en palabras (aunque, a juzgar por los videitos que hice, podría decir que la palabra que caracteriza a todo es: hermoso. A veces con un “sencillamente” adelante, otras con un “absolutamente”. De vez en cuando la cambiaba por espectacular o increíble, pero mayoritariamente todo era “hermoso”). Primero los caminos de montaña por las Sierras bajas, después el camino de por las Altas Cumbres... un sueño que supe era real por como se me tapaban y destapaban los oídos todo el tiempo: llegamos a estar a 2300 mts. de altura. Dejando atrás al sol, luego unas nubes de tormenta bien negras, haciendo una parada en la llovizna, pasando por una tormenta fugaz que vino con granizo y todo, para al final pasar unos minutos por adentro de una nube y dejarla a nuestros pies. Todo esto sin dejar de mencionar el paisaje que nos acompañó todo el tiempo y en el cual gasté la mitad de la memoria de la cámara en fotos; unos paisajes que me hicieron recordar a Escocia e Irlanda (por lo que he visto en la tele, claro) y darme cuenta de que no tenemos nada que envidiarles.
Seguimos viaje y dejamos atrás a las Altas Cumbres para llegar a la ciudad de Mina Clavero y pasarla de largo (viendo solo dos boludeces sin siquiera bajar de la camioneta) hasta llegar a Taninga, un pueblito fantasma que alguna vez fue el cruce de rutas más importante de la región hasta que se hizo uno mejor, claro. Ahí encargamos que nos preparen el almuerzo (chivito con ensalada, papas fritas y empanadas al “diente libre”) mientras nos íbamos a Los Túneles, la última parada.
No puedo decir realmente lo que fue estar ahí. Quizás haya sido la preparación psicológica del guía -haciéndonos cerrar los ojos y poniendo música suave-, pero lo único que sé es que al pasar el primer túnel sentí que estaba en una escena del Señor de los Anillos - a falta de una mejor referencia, aunque les juro que ni me acordé de la película en ese momento. Y al pasar por el segundo túnel... no miento al decirles que se me llenaron los ojos de lágrimas y tuve que aguantarme y mirar para otro lado para poder secarme la cara: eran las puertas del cielo.
¡¡Y el Cóndor!! Los Cóndores. Nos regalaron su presencia y volaron tan cerca de nosotros que podíamos ver lo grandes que son en realidad. Me gasté la mitad del tiempo de filmación allá arriba y tuve miedo de que se agotaran las pilas, pero aún así la cámara no podría captar jamás la hermosura de ese lugar.
Ya les dije, imposible de explicar. Solo les recomiendo hacer esa excursión si alguna vez están en Córdoba.
Al final -y a regañadientes- volvimos a Taninga a comer como cerdos y después de vuelta a Mina Clavero -pero esa vez paramos-, previa siesta en la camioneta mientras viajábamos. Aunque estuvimos poco tiempo en MC, tengo algunas fotos y filmación del paisaje del río.
Y de vuelta a la montaña. En 10 minutos estábamos arriba viendo todo chiquitito, pero viendo también como las nubes se agarraban a las montañas que teníamos a un costado. Montañas por las que después teníamos que pasar.
En el camino hacia allá vimos a los animales de piedra (el oso polar y el cocodrilo son los únicos que distinguí), hicimos una parada en lo de un artesano para comprar chucherías y después entramos a las nubes... Más de una hora viajando dentro de un limbo blanco en el que no se veía más allá de los 15 o 20 mts., con coches que aparecían en frente de la nada, y todo por el típico camino de curvas que es la montaña.
Hicimos una parada en el Museo del Cóndor (o algo así) y por las ventanas parecía que estábamos viendo paredes blancas. En el camino saqué la mano por la ventanilla para tocar las nubes y, a pesar del frío, deseé que pudiéramos parar a un costado y caminar un rato allí, en el cielo de la montaña. A pesar de todo, de mis labios surgió en ese momento el nombre de una película: Un paseo por las nubes.
Y después bajamos en altitud (duh!), dejamos a las nubes por encima nuestro, pasamos por un camino menos montañoso (las sierras bajas o chicas o que se yo) y volvimos a Villa Carlos Paz. Por alguna extraña razón me sentí mal al volver a la ciudad. Casi casi me deprimo. Pero la experiencia fue tan maravillosa que no podía hacerlo, así que llegué al hotel y me puse a escribir.

martes, 9 de junio de 2009

El viaje (parte 1)

Lunes - Villa Carlos Paz, Córdoba.

Ayer llegué y me la pasé durmiendo. Salí recién como a las 19 hs. y fui a pasear por el centro… A excepción del cine, no encontré nada que me haga querer volver por esos lados. Hoy quiero ir a conocer el reloj Cucú y sus alrededores, quizás pase por algún balneario... pero de lo que más tengo ganas es de ir a la montaña. Cualquier montaña. Solo ir, encontrar una linda panorámica desde debajo de un árbol y sentarme a leer o escribir... o ambas.
¡¡Pero hace un calor!! Mamita, no me moví más de 10 pasos y ya estaba sudando. Hay nubes y está pesado, así que lo de la montaña no se si podrá ser: por más que la encuentre, si llueve no me puedo quedar por la cámara.

14:50 hs.
Estoy sentada en un restaurante muy lindo esperando mi comida. Salí del hotel en busca del reloj cucú y lo encontré, pero seguí de largo, paseando sin mirar el mapa y guiándome únicamente por la montaña que tenía enfrente y a la que casi llego, pero me desvié un segundo para encontrar donde comer. Fue entonces que llegué nuevamente a la avenida principal y reconocí el lugar... y eso que cuando salí fui para el otro lado...
Llegó el matambre a la “Cariló” con papas al horno. Es matambre cocido al horno con salsa de verdeo arriba, acompañado por las papas a un lado y un puñado de arroz y otro de arvejas al otro lado. Se ve muy bien, es súper tierno... y súper salado!!! Madre santa, si son hipertensos NO COMAN ACA! (eso debería decir en la puerta).
(Igual me lo comí todo).

16:20 hs.
Me fui del restaurante y caminé.
Retomé el curso hacia la montaña (a la que debería llamar sierra o cerro, porque montaña se que no es) y caminé sin cesar a paso tranquilo por las calles alomadas hasta que di con ella. Había una calle que la bordeaba y otra, que más que calle era un camino de tierra, que se adentraba en ella. Comencé a subir por ese camino, bastante empinado por cierto, hasta que se terminó y empezó un sendero para hacer a pie (suerte que no vine en coche, no?). Subí hasta donde un cartel me prohibía el paso y busqué donde sentarme a escribir, pero no encontré ningún buen sitio. El corazón me martillaba por el esfuerzo, tenía mucho calor, las curitas no soportaron el viaje así que mis pies ya hacía rato que se quejaban y, para colmo, no me llevé agua. Si, ya se, estúpido... Y bueno, esa es mi manera de acercarme a la naturaleza.
Ahora estoy sentada afuera de un maxikiosco vaciándome una botella de agua, guardando más provisiones de curitas (las últimas las agoté en la montaña/sierra/cerro/loma de burro o lo que sea) y pensando qué más puedo hacer... después de un baño y una siesta, obvio.

martes, 2 de junio de 2009

El nacimiento

Abrió los ojos y lo vio todo con claridad por primera vez. Era su nacimiento, su comienzo, su posibilidad de empezar de cero. Ya no era ella, ya no se sentía como ella, esta vez era alguien más quien ocupaba su cuerpo, su mente... y su corazón.
Ya no estaba expuesta ni entumecida, ya no estaba dormida pero tampoco en completa alerta. Ahora estaba... bien. Simplemente bien.
Sabía que habría nuevas heridas, habría mentiras y decisiones difíciles, se encontraría con caminos cerrados, opciones múltiples con mucho más para perder que ganar, y aún así estaba lista. Estaba dispuesta, que era lo más importante. Estaba dispuesta a sufrir para ser feliz, pero siempre con lo último en mente para que el sufrimiento fuera mínimo. Si no perdía de vista su objetivo nada podría pararla. Nada se interpondría en su camino de ahora en adelante.
Entonces, mientras miraba a su alrededor, el tiempo fue pasando y comenzó a caminar, encontrando las primeras piedras del camino. Un par de veces se tropezó a pesar de haberlas visto, pero se levantó enseguida, sin perder el valor. Caminó y caminó sin mirar atrás y obtuvo algunos raspones, algunas frustraciones cuando no podía desengancharse de los alambres de púa que se le aparecían en frente sin previo aviso.
Lloró, como no lloraba hacía mucho tiempo, cuando se sintió momentáneamente perdida, pero no lo interpretó como algo malo ya que su llanto fue mas bien una necesidad corporal de limpiar residuos de su vieja yo que aún querían molestarla desde el interior. Y una vez que se hubo agotado el llanto y logró volver a pensar claramente, se percató de que el camino a seguir era el que había tenido adelante todo el tiempo. Solo dudó en seguirlo porque las mismas piedras que a veces la molestaban, esas piedras que a veces cobraban otras formas y le hablaban, también le susurraban por donde ir: se estaba dejando guiar por el impacto que ejercía en ella todo lo que la rodeaba. Seres vivos y no tanto, personas, piedras y fantasmas, todos querían ser parte del viaje y al aceptarlos les abrió la puerta a un lugar incluso desconocido para ella misma. Y por eso resurgieron las dudas, los miedos, las confusiones momentáneamente, porque había otras fuerzas ejerciendo presión sobre su destino.
Pero ahora ella sabía que su mejor guía era su propio instinto, nuevo, brillante, y que tenía por único objetivo el llevarla a buen puerto, el hacerla feliz. Ya no tenía miedo porque, sin importar cuantas piedras, alambres de púa y arañas venenosas sabía que iba a encontrar en su camino, su instinto de supervivencia era más fuerte, su deseo de salir adelante no la iba a abandonar. Y si en algún momento encontraba a alguien con quien compartir su camino, le daría la bienvenida, pero por el momento aquellas personas que caminaban a su lado -medio en sombras, medio transparentes- eran buenas para matar el tiempo, aunque ella no seguiría a ninguna. Haría su propio rumbo y si tenía que dejarlos atrás, como a las rocas que ya había dejado porque sabía que ellos también podían convertirse en rocas, lo haría con total seguridad. No sería fácil, dolería seguramente, pero lo haría en un abrir y cerrar de ojos.
Este era su nuevo comienzo, lo era desde hacía un tiempo y lo seguiría siendo hasta que sintiese que había encontrado un puerto en el que descansar. Y entonces comenzaría una nueva aventura.