martes, 2 de junio de 2009

El nacimiento

Abrió los ojos y lo vio todo con claridad por primera vez. Era su nacimiento, su comienzo, su posibilidad de empezar de cero. Ya no era ella, ya no se sentía como ella, esta vez era alguien más quien ocupaba su cuerpo, su mente... y su corazón.
Ya no estaba expuesta ni entumecida, ya no estaba dormida pero tampoco en completa alerta. Ahora estaba... bien. Simplemente bien.
Sabía que habría nuevas heridas, habría mentiras y decisiones difíciles, se encontraría con caminos cerrados, opciones múltiples con mucho más para perder que ganar, y aún así estaba lista. Estaba dispuesta, que era lo más importante. Estaba dispuesta a sufrir para ser feliz, pero siempre con lo último en mente para que el sufrimiento fuera mínimo. Si no perdía de vista su objetivo nada podría pararla. Nada se interpondría en su camino de ahora en adelante.
Entonces, mientras miraba a su alrededor, el tiempo fue pasando y comenzó a caminar, encontrando las primeras piedras del camino. Un par de veces se tropezó a pesar de haberlas visto, pero se levantó enseguida, sin perder el valor. Caminó y caminó sin mirar atrás y obtuvo algunos raspones, algunas frustraciones cuando no podía desengancharse de los alambres de púa que se le aparecían en frente sin previo aviso.
Lloró, como no lloraba hacía mucho tiempo, cuando se sintió momentáneamente perdida, pero no lo interpretó como algo malo ya que su llanto fue mas bien una necesidad corporal de limpiar residuos de su vieja yo que aún querían molestarla desde el interior. Y una vez que se hubo agotado el llanto y logró volver a pensar claramente, se percató de que el camino a seguir era el que había tenido adelante todo el tiempo. Solo dudó en seguirlo porque las mismas piedras que a veces la molestaban, esas piedras que a veces cobraban otras formas y le hablaban, también le susurraban por donde ir: se estaba dejando guiar por el impacto que ejercía en ella todo lo que la rodeaba. Seres vivos y no tanto, personas, piedras y fantasmas, todos querían ser parte del viaje y al aceptarlos les abrió la puerta a un lugar incluso desconocido para ella misma. Y por eso resurgieron las dudas, los miedos, las confusiones momentáneamente, porque había otras fuerzas ejerciendo presión sobre su destino.
Pero ahora ella sabía que su mejor guía era su propio instinto, nuevo, brillante, y que tenía por único objetivo el llevarla a buen puerto, el hacerla feliz. Ya no tenía miedo porque, sin importar cuantas piedras, alambres de púa y arañas venenosas sabía que iba a encontrar en su camino, su instinto de supervivencia era más fuerte, su deseo de salir adelante no la iba a abandonar. Y si en algún momento encontraba a alguien con quien compartir su camino, le daría la bienvenida, pero por el momento aquellas personas que caminaban a su lado -medio en sombras, medio transparentes- eran buenas para matar el tiempo, aunque ella no seguiría a ninguna. Haría su propio rumbo y si tenía que dejarlos atrás, como a las rocas que ya había dejado porque sabía que ellos también podían convertirse en rocas, lo haría con total seguridad. No sería fácil, dolería seguramente, pero lo haría en un abrir y cerrar de ojos.
Este era su nuevo comienzo, lo era desde hacía un tiempo y lo seguiría siendo hasta que sintiese que había encontrado un puerto en el que descansar. Y entonces comenzaría una nueva aventura.

1 comentario :

  1. Hola!

    Aquí te dejo el link de Carpe Corpus en inglés:

    http://www.mediafire.com/?nkozkjdzmzm

    Saludos! ^3^

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